rodar con él por la calle y acordar los demás. Me gusta sentirlo mordiscar mis calcañares, chocarse con mis pernas, sentirse tonto porque o es. Me gusta saber que su felicidad es fruto directo de la mi a e que no la senté por motivo ninguno que no sea mi propria alegría e realización. Él nunca es triste si yo no soy triste, él nunca es alegro si yo no lo soy. Me gusta saber que puedo tirarlo de la más completa felicidad; que puedo hacer su rabo parar de abanar para jugarlo en completo desespero simplemente porque así lo quiero, simplemente porque la dore que siento en mi peto es tao grande que extravasa de mi e o atinge también. Me gusta saber ser su dono y su maestre y su señor. Me gusta mi perro, por supuesto.
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